Presentación

Abrir un espacio para la memoria. Es el sentido de lo que establecemos con esta página de Espacio Analítico Mexicano. Nos hacemos subsidiarios de los versos del poeta, recientemente fallecido, Tomas Segovia, primer traductor de Les Écrits de Lacan en la editorial Siglo XXI, cuando en el diario La Jornada del 21 de octubre, Rafael Calderon, hace su homenaje. Plasma lo siguiente: “como el primer día de mi llegada aquí a veces la memoria se me pierde”.

Espacio Analítico Mexicano se funda con la intención de recrear la memoria como atributo del inconsciente que no se deja perder, ni nos deja perder salvo en los laberintos de sus signos. La memoria como espaciamiento de los encuentros. Como ese encuentro con Ignacio Garate en octubre de 2008 en el hotel La Soledad para hacer de una “velada” acto de fundación.

Esa noche lo que se funda es una memoria posible de encuentros con la palabra que desde Freud es equivocación y provocación del deseo. Este espacio como lugar de convocatoria está siempre abierto y disponible para el intercambio y la reflexión colectiva. Extiende la vigencia del espíritu de Octave y Maud Mannoni para la arqueología del pensamiento que subvierte lo normativo y lo regularizado. Esta página se abre como el tema de nuestro seminario actual. Como Página de amor. Retomando el titulo de una bella novela de Emilio Zola: “Page d’amour”. Es decir, como página que convoca un acto de don de la carencia para comprometer la palabra por la vía de la creación y la recreación del intercambio. La transferencia hace del amor página por donde el saber hace sus recorridos. Espacio Analítico Mexicano es convocado por la transferencia que compagina nuestros saberes en relación con el pensamiento y la historia del pensamiento freudiano.

Espacio Analítico Mexicano congrega un grupo de sujetos concernidos de distinta manera por el psicoanálisis. Y damos testimonio de ese concernimiento para ser parte y autorizarnos a ser parte de este colectivo. Su estructura es la mínima para agitar los contornos de la experiencia analítica. Nuestras lecturas no nos restringen para las dimensiones de conversación y posición crítica. Freud y Lacan anudan los lazos de la clínica y la cultura para cifrar la complejidad de la relación del sujeto con el deseo. Nuestra estructura no es de directorio ni de directiva. Son funciones para hacer posible ejercicios de trabajo en equipo y para el equipo. Freud decía que el psicoanálisis no era una empresa solitaria. Tenía un sentido y una consistencia colectiva: “es difícil practicar el psicoanálisis en medio del aislamiento, pues se trata de una empresa exquisitamente social. Sería mucho más agradable que todos rugiéramos o aulláramos a coro y con el mismo ritmo, en lugar de limitarnos a gruñir en solitario sin movernos de nuestro rincón” (Carta de Freud a Groddeck, 21-12-1924, Barcelona, Plaza&Janés 1984, p. 315). El psicoanálisis, como institución transmisora del saber producto del rincón de cada experiencia, surge en esos encuentros de Freud con sus primeros seguidores de su “Sache”, de su causa, en su casa. Era la pequeña sociedad de los miércoles para pensar y dialogar lo marginal de la experiencia analítica. Es fortuito que nuestro colectivo se haya constituido en un fondo de soledad, para suscribir el nombre del hotel, que hacia destacable la forma de un grupo con la pasión de reconocerse en el discurso fundamental de la sorpresa, como lo es el discurso analítico.

En esta página aparecen dos textos iníciales. Uno que integra el libro de Gárate denominado “Devenir Psicoanalista” y otro que es un legado espiritual que marca la trayectoria iniciática de Maud Mannoni.

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Maud Mannoni (1923-1998)

“La gente no necesita andar pegada  una a otra cuando va junta”

Freud a Th. Reik

En enero de 1948 Octavio Mannoni acaba de cumplir 48 años, Maud Van der Spoel tiene 25. Se encuentran por vez primera y escribe en su diario :

«He conocido a Maud, me ha causado gran impresión. Liberada, femenina, muy inteligente y clarividente (con ese encanto de los seres de quienes se desprende libertad interior, el mayor, quizá, de todos los encantos). Visiblemente le gusta estar conmigo (despedida —falsa de hecho— por la noche en la entrada de la abadía). Ayer le escribí. Espero volver a verla pronto. He aquí un nombre que aparece por vez primera. ¿Volverá a aparecer?»

Encuentro de efecto inmediato, la vida de Octavio va a cambiar; la cosa es lo bastante importante como para marcar una etapa.

Más de 40 años después el 29 de julio de 1989, en su lecho de muerte, lo afirmará con fuerza :

«Te he querido tanto, tanto…»

Los Mannoni van juntos, no pegados; cada uno mantiene su singularidad y sus referencias : a la poesía él, a la locura ella… Van juntos porque locura y poesía tienen mucho que ver y lo sabe Octavio que pone en sus Ficciones freudianas la frase de Bobi Bazlen « Per capire qualche cosa, bisogna diventare matti tenendo la testa a posto ».

También Maud lo sabe perfectamente, ya que esta frase resume su recorrido por tres áreas de ejercicio: la ética del compromiso, la teoría clínica, la fundación institucional.

La infancia en Ceilán hasta los seis años, con la práctica de esa lengua casi materna, de la yaya cingalí “Aya”, rodeada por una corte de pequeñuelos que desde el desayuno hasta el atardecer juegan o escuchan leyendas en lengua hindi.

Sus padres le hablan en inglés.

Las rupturas y los viajes mecen su infancia y los idiomas que le sirven para querer y ser amada son reprimidos como testigos de catástrofes y desencuentros.

Con el abuelo materno y en francés, se “vuelve a abrir la puerta de lo ideal”, pero la llegada de los padres olvidados, le sacan de la perfección narcisista de la infancia, por voluntad de un padre descontento de no poder hablar ya con su hija, olvidadiza del idioma inglés.

De los seis a los once años Maud Mannoni vive la huella del más total de los silencios. Amsterdam la contempla entre lahostilidad hacia su padre a quien le debe la vuelta a Europa y el escarnio de los niños de su edad incapaces de aceptar cualquier cosa que no sean las características de su medio pequeño burgués: a Maud le llaman “Mode de Paris”. Hay un grado en el dolor que culmina en anestesia: ni juegos, ni cariño, siquiera la viveza de una palabra en busca de lo cierto, el holandés de Maud es académico y no vale para dar sabor a las cosas del saber.

Los viajes siguen marcando la cadencia de la infancia hasta Amberes, en donde el padre cambia la diplomacia por el negocio de importación de Té.

Las Damas de Sión acogen a la niña y el mutismo de Maud arde como la yesca con la alegría y la espontaneidad de Madre Roberta, intrigada por la infancia en las Indias y su minusvalía en cuanto a los idiomas…

Los años van pasando entre rupturas : tras las “Damas”, en donde permanece cuatro años, un externado láico. Cuando llega por fin a la Universidad está enamorada de un joven economista, que un día será ministro, y que “le saca de su letargo” y le aconseja que comience un análisis. Maud ha escogido la única Universidad que cierra las puertas a la llegada del invasor alemán : En vez de arroparse en las aulas del saber, la joven estudiante se tiene que inventar una práctica en un servicio psiquiátrico de adultos en el hospital Brugmann de Bruselas : por el simple hecho de estar haciendo un análisis, el equipo la acoge y acepta que se incorpore a un trabajo clínico, con adultos primero, con adolescentes retrasados y psicóticos más tarde en Amberes. Este estilo de acogida será ley en el futuro de Maud.

En 1948, tras su análisis con Dugautiez y su control ulterior con con Fernand Lechat, titular de un diploma de Criminología y con más de cinco años de experiencia hospitalaria, Maud Mannoni es nombrada psicoanalista de la Société belge de Psychanalyse (IPA) ; tiene 25 años y se va de Bruselas con intención de hacer un doctorado en la Columbia University de Nueva York.

De paso por París se quedará en el hospital Trousseau junto a Françoise Dolto.

El mismo año conoce a Octavio.

La vida de Maud, hasta su encuentro con Octavio sirve para marcar los segmentos de un destino que concluye en una práctica de fundación y en una de las actitudes más libres que se puedan encontrar en las historia del psicoanálisis: En efecto, Maud Mannoni, integra desde su fundación hasta su disolución L’École freudienne de Paris (Lacan), pero no pierde nunca su titularidad en la Asociación Internacional de Psicoanálisis. A pesar de hacer un control, que se transformará en segundo análisis, con Jacques Lacan, realiza una de sus supervisiones con Winnicott. Cuando funda en 1982 (con su marido y con el universitario Patrick Guyomard), el Centro de Formación y de Investigaciones Psicoanalíticas (CFRP) lo hace en nombre propio y sin querella contra ninguna otra escuela: no funda en contra sino que funda en pro…

Pero volvamos a la historia.

Ya casi hace veinte años que aquella joven de veinticinco, recién nombrada analista titular, decidió quedarse en París, para trabajar con Dolto en aquel alto que no debía ser más que una escala.

Maud cumple los 44 y los adoquines de París están a punto de dar paso a las playas del ensueño revolucionario. En octubre de 1967, se reúne en la capital un Congreso Internacional sobre las Psicosis, por iniciativa de Maud Mannoni ; lo clausura Jacques Lacan :

«Queridos amigos, lo primero, quisiera darle las gracias a Maud Mannoni, a quien le debemos la reunión de estos dos días, y por ende, todo lo que de ellos se desprende. Ha realizado su designio gracias a esa extraordinaria generosidad, característica de su persona, que le hace pagar con su esfuerzo el privilegio de traer de cualquier horizonte a quienquiera que pueda dar respuesta a una de las preguntas que ella se plantea. Después, por su capacidad de desvanecerse ante su objeto, las convierte en interrogaciones aceptables.»

Con esta actitud que no desmentirán nunca sus 50 años de experiencia psicoanalítica, Maud Mannoni instaura una posición que tercia entre la elaboración teórica de Jacques Lacan y el influjo clínico, casi sortilegio, de Françoise Dolto. Un año después, Lacan añade una nota en donde sitúa la cuestión de la presencia referida a Maud : «Me presté a ello como homenaje a Maud Mannoni: a esa que, por la rara virtud de su presencia, supo pillar a todo el mundo en las redes de su pregunta.» Y la separa del espacio del análisis: «…La función de la presencia, se debe juzgar, en este campo como en cualquier otro, por su pertinencia. Con toda seguridad se tiene que excluir, salvo por efecto notable de impudor, de la operación psicoanalítica. »

Entre estas dos frases, Lacan nos permite sintetizar la estructura Mannoniana de la fundación: Es un compromiso cuya fuerza, influye sobre los otros para que muestren su adhesión al proyecto de uno: una presencia. Debe el compromiso, aceptar la pérdida del Yo en pro del objeto, para producir adhesión y ser fundante o, por el contrario, lo invadirá todo y hará huir a todos en una confusión contemplativa que tapiza la tierra y el universo, con su Yo. Así podemos entender eldesvanecimiento, la capacidad de pérdida, del que Lacan nos habla a propósito de Maud Mannoni.

La infancia desarraigada de Mannoni, la concatenación de las rupturas, la idealización de un abuelo materno que no puede ejercer lo suficiente, todo el universo infantil de Maud y su refugio en la anestesia del deseo, la han preparado para escuchar, entender y despertar cuando es posible, a esos niños que se van quedando atrás, a esos retrasados, a esos locos, a esos alienados… En 1964, Jacques Lacan inicia la colección que dirige, en las ediciones del Seuil, bajo el título “le champ freudien”, con el libro de una joven psicoanalista de 40 años, que ya tiene 15 de experiencia en la escucha del sufrimiento inconsciente. Una escritora comprometida, su amiga íntima Colette Audry, le brinda prefacio.

Mannoni abre a la escucha psicoanalítica, el deseo herido, abotargado, de los deficientes mentales profundos, condenados antaño por falta de inteligencia a la fantasía deteriorada de los padres.

Así comienza el testimonio teórico de une mujer, cuyo entender la teoría se desliza por la experiencia clínica : Para Mannoni teorizar es ponerle nombre a la experiencia de la cura. Lo que cuenta no es oponer un método de tratamiento a otro, sino preguntarse y preguntarnos, a través de su relato, en dónde se agazapa esa palabra que constituye al deficiente, lo mismo que a cada uno de nosotros, como sujeto presa del deseo.

25 años después, estos trabajos de Maud Mannoni, están integrados de tal modo en las formaciones de los psiquiatras y psicólogos, que parecen enunciar evidencias. Sin embargo, hay que mostrar que incluso hoy, Mannoni se rebela contra el discurso establecido.

La teoría, psicoanalítica, institucional, política… No vale más que para sustentar un quehacer. Si Lacan se empecina en la búsqueda de una manera absoluta de nombrar el jeroglífico del deseo, si Dolto se niega a teorizar más allá de la clínica, Maud Mannoni se pregunta cómo darle a la teoría un estatuto que la sitúe como punto de apoyo indispensable pero sin caer en la idolatría del dogma.

Maud Mannoni ha realizado tres fundaciones institucionales: La escuela experimental de Bonneuil, el Centro de Formación y de Investigaciones psicoanalíticas (disuelto en enero de 1995) y Espacio analítico, asociación de formación psicoanalítica y de investigaciones freudianas: “La creación de Espacio analític, nos dice en su informe moral de 1994, acaece 12 años después [de la creación del CFRP] a partir de una ruptura semejante [a la de l’École freudienne de Paris]: ruptura con los efectos de grupo sabiamente mantenidos por algunos desde hace dos años o incluso cuatro. Octavio murió en 1989, Maud Mannoni no se muere lo bastante deprisa. A lo largo del tiempo se intenta eliminar a todos los que formaron parte de la pre-historia del CFRP, memoria viva de los valores éticos que fueron base y cimiento de su creación.” A pesar de la disolución y la ruptura, Maud Mannoni sigue en la brecha de la fundación, porque sabe reconciliar su lozanía con la función creativa del enigma femenino, el último de su trabajos publicados.

La función de lo femenino influye de manera definitiva sobre la estructura misma del proceso de fundación : la posición de Maud Mannoni en este acto se sitúa más allá de la paternidad (y del fantasma de omnipotencia paterna que pervierte la educación), para poder inscribir una función simbólica entendida como la capacidad de encontrar una palabra en Nombre Propio. Por eso no se cansa nunca de explorar el enigma de lo femenino: para dejar fluir esa lengua perdida de la infancia que nos devuelve la creatividad. La creatividad como límite a la tiranía del Superyo.

El 15 de marzo de 1998, con la cabeza bien alta, como siempre la tuvo, luchando por la vida, como siempre lo hizo, de una sóla pieza, porque la identificación con el trabajo la impedía desperdigarse en riachuelos de angustia —«le travail me tient ensemble», me decía cada mes de Agosto cuando le contaba que me iba de vacaciones—, Maud Mannoni dejó de crear y nos pasó la antorcha para seguir impidiendo que el psicoanálisis caiga en manos de la filosofía o de la medicina, reprimiendo así definitivamente la fuerza creativa de su subversión.

Ignacio Gárate Martínez, Psicoanalista, miembro de Espace Analytique, Catedrático en la Universidad de Burdeos.

Œuvres de Maud Mannoni

1964, L’enfant arriéré et sa mère, Paris, Seuil.

1965, Le premier rendez-vous avec le psychanalyste, préface de Françoise Dolto, Paris, Denoël-Gonthier.

1967, L’enfant, sa “maladie” et les autres, Paris, Seuil.

1970, Le psychiatre, son “fou” et le psychanalyste, Paris, Seuil.

1971, Psicosis infantil (collectif), Buenos Aires, Nueva Visión.

1973, Éducation impossible, Paris, Seuil.

1973, El estallido de las instituciones (avec O. Mannoni), Buenos Aires, Cuadernos S. Freud 2/3.

1979, La théorie comme fiction, Paris, Seuil.

1979, Secrète enfance (avec Guy Seligmann), Paris, Epi.

1982, D’un impossible à l’autre, Paris, Seuil.

1983, Le symptôme et le savoir, Paris, Seuil.

1984, Un lieu pour vivre, Paris, Points du Seuil.

1985, Un savoir qui ne se sait pas, postface d’Alain Vanier et Patrick Guyomard, Paris, Denoël.

1986, Bonneuil, seize ans après, Paris, Denoël.

1987, De la passion de l’être à la “folie” de savoir, postface d’Alain Vanier et Patrick Guyomard, Paris, Denoël.

1988, Ce qui manque à la vérité pour être dite, Paris, Denoël.

1991, Le Nommé et l’Innommable, le dernier mot de la vie, Paris, Denoël.

1993, Amour, haine, séparation. Renouer avec la langue perdue de l’enfance, Paris, Denoël.

1995, Les mots ont un poids, ils sont vivants. Paris, Denoël.